EL PERSONAJE
No quería mirar mis manos, temía abrir los ojos y continuar con la pesadilla. Sabía que debía abrir el misterioso sobre. Tomé aliento y con gran esfuerzo pude llegar a la ventana, era una mañana fría, lluviosa; allí, de pié recordé lo ocurrido.
Hace siete meses la universidad me había graduado como maestro, el título que deseaba para presentárselo a mi abuela. Eran interminables las horas que pasábamos frente a los libros, leyendo, imaginando, soñando, pero ella no pudo acompañarme, había muerto dos años atrás.
Rápidamente pude desempeñarme en propiedad como maestro de lengua. Al comienzo me atemorizaba el reto asumido, pero encontré en mis alumnos el mejor público para compartir mis historias, esas que día a día buscaba y llevaba al aula para nuestra clase de lectura. Una tarde hallé el libro "La Metamorfosis", pasé horas, no se cuantas, sumergido en sus páginas, quería volverlo a leer de un tirón, luego me dormí y allí empezó la verdadera aventura. En el sueño me había convertido en el mismo Gregorio Samsa con la anatomía de escarabajo encerrado en el cuarto tratando de comer y oyendo a mi hermana Grete hablar sobre la repugnancia que le producía el animalejo y el deseo de deshacerse de mí. Cuando desperté a la mañana siguiente estaba cansado, sin aliento, fue difícil ir a la escuela pero ya allí no podía dejar de hablar a los niños sobre la historia de Kafka.
Desde ese día comenzaron nuestras aventuras literarias, lográbamos entrar en una historia, no sabíamos quién la escogía, sólo esperábamos y aceptábamos. La expectativa era grande, disponíamos los sentidos, queríamos captar el más mínimo ruido, el más superficial olor, pero, aún en aquella arrobadora fantasía encontraba el sonido de unas palabras confrontadoras surgidas de cualquier personaje "Somos maestros que creemos ser capaces de salvar el mundo, que nacemos para guiar a los demás, que tenemos la virtud de saber que necesitan los otros, que tenemos a flor de boca los consejos apropiados para la situación exacta. Olvidamos que formamos parte de una intrincada maraña conformada por invisibles hilos que sin darnos cuenta nos mueven a su antojo, que todo lo que hacemos y decimos corresponde a un libreto construido a muchas manos, creemos que sorprendemos con lo que hacemos, que somos admirados y respetados, pero no, seguramente sin proponérnoslo porque vale la pena entender que el maestro también trae tras de si una carga de valores, de cultura y demás experiencias de vida que nos llevan a cortar alas, romper ilusiones, castrar emociones, y derrumbar sueños". Cuando despertaba, esas palabras retumbaban en mi mente, no podía entenderlo en aquel momento.
Sin darme cuenta y poco a poco fueron apareciendo extraños cambios en mi cuerpo. No sentía deseos de comer, dormía muy poco y el color casi transparente de mi piel me producía angustia, ya no quería pasar frente al espejo, de pronto, vi marcadas en mis manos las primeras letras. Desde ese día no voy a la escuela, he ido agotando los pocos ahorros que tenía, todo lo que necesito lo traen a casa. Abro el sobre y saco del interior el guión de una obra, en la primera hoja está el final y un pequeño papel con unas palabras escritas a mano:
"Aquí termina tu personaje".
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